"El cómic de humor y el humor gráfico, hoy en día, no dejan de ser prácticas artísticas un tanto marginales. Prácticas que deliberadamente han escogido desarrollarse en la periferia, 'al margen' de los sistemas culturales más oficiales, pues sólo desde la perspectiva que ofrece la distancia puede el pensamiento y la creación arrojar miradas críticas"...
Y cuando esta labor se traslada al centro, al propio seno de la oficialidad -como sucede con las tiras de humor publicadas en los grandes periódicos- el humorista gráfico adopta cierto rol de bufón dentro de la cortesanía del diario: está dentro, forma parte del equipo del periódico, aunque no deja de ocupar una posición singular.
Pero otra parte, muchos autores reclaman que el cómic de humor sea por fin legitimado y que ocupe su lugar dentro de la cultura. Y ese querer estar al mismo tiempo fuera y dentro de ésta no deja de ser una paradoja. Una discordancia que este medio resuelve en ocasiones ocupando una labor de satélite en torno a la cultura, intentando equilibrar así esas dos fuerzas opuestas en la que se mueve, no sin conflictos.
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